Antes de que pudiera dar una respuesta sarcástica, los labios de Julian estaban sobre los de ella. Sus manos se deslizaron por su espalda, suaves y acariciantes.
Amelia lo besó más profundamente. Fue una especie de beso que lo consume todo, como el modo en que el fuego tarda un poco en encenderse y luego se enciende de una vez. Era tierno y dulce, nada de lo que ella hubiera esperado.
La actitud despreocupada de Julian y su enorme figura la hicieron esperar que él se acercara a ella fuerte y rápido. Sin embargo, se movió con precaución, tratándola como si fuera frágil.
Y tal vez lo era.
Dejó besos en su mandíbula, recostándola suavemente contra la cama.
"Espera", respiró Amelia.
Julian prácticamente se quedó inmóvil, con cuidado de no empujar demasiado. Este nivel de respeto por ella era nuevo para él, un completo ochenta por ciento de sus burlas habituales.