Punto de vista de amapola
"¿Quieres otra copa de vino, princesa?" Preguntó Eirikur, retorciendo un mechón suelto de mi cabello alrededor de su dedo mientras miraba mi vaso vacío. Ya estábamos despiertos demasiado tarde, nuestras piernas enredadas en las pieles de la cama. Él estaba sentado, apoyado en la cabecera mientras yo descansaba contra su pecho desnudo.
"Creo que estoy bien", dije, entregándole mi vaso para que pudiera ponerlo en la mesita de noche. Presioné mi mejilla contra su cálido pecho, escuchando los relajados latidos de su corazón. Después de dos copas de vino, me sentí flotando y feliz. Uno más y me quedaría dormido.
Pasó sus largos dedos por mi cabello y me desplomé en un charco feliz. Podría acostumbrarme al cariño. Y a Eirikur parecía gustarle cómo prácticamente ronroneaba durante cada golpe pensativo y perezoso de sus dedos.
