Punto de vista de amapola
Me sentí como si me hubieran masticado y escupido. Apenas podía levantar los brazos y me sentía muy cansada a pesar de haber dormido la mayor parte de los tres días. Pero ese cansancio desapareció un poco cuando volví a ver a Eirikur.
Parecía un infierno.
Por supuesto, la versión más hermosa del infierno que jamás había visto, pero su sedoso cabello blanco estaba grasiento y enredado. Aún llevaba los pantalones del pijama de raso y el arnés de cuero. Ahora absolutamente sucio. Su piel plateada parecía casi marrón por toda la suciedad y la mugre que la atravesaba. Pero sus ojos amarillo azafrán eran tan intensos como siempre.
Y él me amaba.
Si no estuviera tan exhausta, me habría arrojado sobre él para demostrarle cuánto lo amaba también. Parecía improbable con la rapidez con la que íbamos juntos. Como si se esperara que nos odiáramos.
Y lo hicimos.