*Amaya*
Rompí el beso que cambió el mundo con una sonrisa gigante en mi rostro. Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad mientras lo miraba profundamente a los ojos. Su rostro coincidía con el mío. Supe instantáneamente que él también lo sentía. Empezamos a reír suavemente sin ningún motivo en particular.
"¿Estás bien?" preguntó con una pequeña risa.
No respondí. En lugar de eso, lo besé una vez más. La chispa sólo se intensificó. Agarré su cabello y lo acerqué mientras el beso se hacía más profundo. No era cuestión de desearlo, eso era evidente. Era como si estuviera fuera de mi control, de la misma manera que no tenía que acordarme de respirar o de que mi corazón latiera.