Me regodeo en el dormitorio de Eva durante los próximos días.
Ella había sido una verdadera santa cuando aparecí en su puerta, un desastre y llorando como si acabara de romper, y me hizo entrar mientras me arropaba en su pequeña cama doble mientras yo balbuceaba sobre todo lo que había que hacer. su.
No pude contenerme mientras lo contaba todo, confesando cada bocado de información que le había estado ocultando durante las últimas semanas porque no quería que ella me juzgara. Me dolía el corazón al recordar la expresión devastada de Sol cuando me di la vuelta y lo dejé llorando detrás de mí como un perro abandonado por su dueño. Y también de eso le hablé.
El sonido no abandonaba mis oídos, incluso en mis sueños me perseguía.
Ella había estado callada por un largo rato, acariciándome suavemente hasta que me quedé dormido mientras murmuraba que íbamos a resolverlo juntos. ¿Pero cómo?