El punto de vista de Raquel
"Tienen mucho talento, ¿verdad?".
"¿Hmm?" Sé qué aspecto debía de tener, los ojos muy tapados por la bebida, las pupilas dilatadas a partes iguales por la lujuria y la somnolencia. Era cálido, Mal, lo que facilitó que me apoyara en él y me dejara llevar sin pensar por un momento, mientras observábamos el vals de los dos duendecillos. La pareja estaba sobre la encimera, una hazaña bastante fácil cuando apenas medían medio metro de altura, esparciendo polvo de hadas por todas partes, ya que no había personal de cocina que se opusiera a ellos.
De todos modos, apenas importaba, con el cariz que estaban tomando las orgías, el personal de limpieza probablemente estaría haciendo horas extras. Habría pensado en la pobre Marina si no fuera porque hacía horas que se había ido a casa, envuelta en los brazos de un elegante músico sátiro de patas hendidas. Esperaba, por su bien, que mereciera la pena.
