*Arealla*
Odiaba que me hubiera reducido a esto. Odiaba que me hubiera convertido en esto. Pero aquí estaba, llorando en mi cama. Llevada a las lágrimas por un chico.
Bueno, un hombre. Un lobo. No estaba del todo seguro. Y eso era lo que más me escocía de todo esto.
Se suponía que era mi pareja. Una cosa había sido cuando la debilidad del vínculo de pareja se produjo por mi culpa. Una cosa era cuando yo era la razón por la que no estábamos conectados. Pero tenía una excusa.
Me habían criado como humana, sin conocer el mundo de los lobos. Había pensado que eso era lo que era. Nunca había tenido motivos para pensar lo contrario. Y entonces, cuando mi lobo había llegado a mí, cada parte de ser un lobo había llegado lentamente. Había sido duro y difícil sacar de mí cada parte del lobo.