*Ruth*
"Te juro que es la tercera vez que tengo ganas de mear desde que estamos aquí", refunfuñó Eva mientras se acomodaba en su asiento. "Este bebé no hace más que presionar mi maldita vejiga haciéndome querer orinar cada dos malditos segundos. No puedo..."
Estaba un poco nerviosa desde que Zander fue a verla por la noche. Habían pasado tres días desde entonces y seguía de mal humor. Me había dicho que estaba bien, pero yo sabía que su cercanía la habría afectado de un modo u otro. Su lobo lo había sentido y ahora lo estaba llamando.
Le había dicho que no era buena idea que viniera, pero no me había escuchado. No podía culparle. Si fuera a Walter a quien tuviera lejos, yo también querría verle. Yo también lo querría cerca de mí.
"¿Cómo está hoy el cachorrito?" pregunté, tratando de liberarme de mis pensamientos culpables.