*Eva*
Me quedé mirando al techo. Tenía el cuerpo empapado en sudor y estaba segura de que se me había ido todo el color de la cara. No sabía qué me pasaba exactamente, pero sabía que la muerte se acercaba cada vez más y no quería detenerla. Quería sentir su frío abrazo rodeándome. Necesitaba que viniera y se llevara todo este dolor y miseria.
No recordaba la última vez que había dormido más de una hora al día. Cada vez que cerraba los ojos, lo único que veía era a él. Sus ojos que nunca volverían a bailar bajo la luz del sol. Oía su risa en el fondo de mi mente y todos los momentos que pasamos juntos llenaban mis pensamientos. Toda la alegría que nunca volvería a experimentar.
Y entonces veía su cadáver. Su cabeza goteando sangre y sus grandes ojos sin vida.
Mi mejor amigo estaba muerto y todo era culpa mía. Si hubiera creído a Zander y a todos los demás, quizá nadie habría muerto.
Vincent era un alma buena y amable. No se merecía lo que le pasó.