Los pasillos se extendían frente a mí, albergando muchas puertas en las que intenté y logré entrar. Había habitaciones vacías llenas de muebles cubiertos, que no utilizaban los residentes de la mansión. Encontré una habitación llena de espejos y tuve que estremecerme, preguntándome si estarían embrujados o algo así.
Al examinarlas de cerca, ninguna de ellas estaba agrietada ni rota. Sólo vi en ellos mi expresión cansada pero decidida, pero también el claro destello de desesperanza acompañado de un profundo ceño fruncido.
Aún no me había dado por vencida, así que ¿por qué me sentía tan perdida? Estaba muy cerca de encontrar a mi hermana, ¿verdad?
Pasar a la siguiente habitación sin suerte, tampoco. Algunas de estas puertas estaban cerradas sin razón, seguramente.