Los colmillos se hundieron en mi muslo, haciéndome gemir mientras Nicholas bebía. Podía oír el sonido de mi sangre siendo engullida por el vampiro, sus garras hundiéndose en mi piel mientras se daba el gusto. Su lengua recorrió mi piel mientras mordía, dirigiendo la sangre hacia su boca. De vez en cuando emitía gruñidos hambrientos, pero su mordisco sólo duraba un instante, antes de retirar los colmillos y pasar la lengua por la zona.
Mi cuerpo temblaba de dolor, pánico y lujuria en ese momento. Volvía a sentirme liberada, sobre todo después de su maravilloso mordisco. Cuanto más lo recorría con la lengua, más me retorcía y jadeaba, porque la carne era muy sensible.
El vampiro soltó una risita y sus músculos se agitaron mientras volvía a sujetarme a la cama. Sus ojos brillaron mientras volvía a mirarme pensativo, tan cerca que algunos mechones de su pelo me hacían cosquillas en la mejilla.
"Voy a hacerte gritar, mi presa", prometió, inclinándose de repente para penetrarme.