Punto de vista de Eden
Cada noche desde que los hermanos Golden y yo interpretamos el robo ha sido increíble. Estamos más unidos que nunca y, para mi sorpresa, cada vez se toman más tiempo libre en el trabajo e ignoran las llamadas telefónicas cuando llegan tarde en la noche o demasiado temprano en la mañana.
El único problema es que la culpa me come viva por no decirles lo que siento por ambos. No soporto aferrarme a este secreto, pero, de nuevo, dudo que sea un gran secreto. No puedo tener suficiente de ellos, y ellos tampoco parecen tener suficiente de mí.
Me caigo de espaldas en la silla de la oficina, muy aburrido, y curiosamente empiezo a revisar la computadora de escritorio que tienen aquí. Es media noche y no puedo dormir con mis pensamientos corriendo como lo han estado haciendo durante días.