**Callan
Llevé a Isa a mi oficina y cerré la puerta, presionándola contra ella. Se le cortó el aliento, lo que hizo que mi corazón latiera de emoción.
Mis labios demasiado ansiosos se encontraron con los de ella sólo por un momento antes de que ella presionara sus palmas contra mi pecho y girara la cabeza.
—Isa... —respiré, queriendo experimentar un momento cercano con ella.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, interrumpiéndome—. Alguien podría entrar en cualquier momento. ¡Y las persianas están abiertas!
Suspiré y di un paso atrás. No había nadie en el pasillo cuando me asomé, y envié a Jeffery a correr a la panadería para que me trajera algunas delicias que de verdad no quería comer.
—No hay nadie —susurré.
Ella se cruzó de brazos y se agachó.