—Krell.— No pude evitar mencionar su nombre.
Krell abrió los ojos y adquirió su forma humana. Llevó su dedo índice a los labios y me hizo una señal de silencio.
—Baja el tono de voz. Mia está agotada. Permítele descansar un poco más—, susurró Krell mientras se aproximaba a mí.
¿Qué pretendía él? ¿Hicieron realmente eso? Por mucho respeto que tuviera por Krell y a pesar de que no quería competir con él, aún no podía creerlo. Parecía que Mia le gustaba más de lo que pensaba.
—¿Mia lo hizo voluntariamente?— le pregunté.
—¿Crees tan poco de mí?— Krell bromeó. Tenía una sonrisa que nunca antes había visto, indicando que efectivamente habían tenido una velada placentera.
—¿De verdad te atrae Mia?— le pregunté, mis ojos se posaron en Mia.
De repente, la expresión de Krell se volvió fría. Al notar que lo miraba, se movió para bloquear mi vista.
—¿Soy tan humilde?— Krell era un poco más alto que yo, así que me miró. —Willard, te lo digo en serio, me atrae Mia. La quiero para mí.