La noticia de la herida del Capitán Jesús Flores se extendió rápidamente por la base militar, llegando a oídos de los otros dos capitanes, Luis Méndez y Lucas Martínez. Ambos compartieron una profunda preocupación por su amigo y compañero, no tardaron en visitar a Jesús en el hospital de la base.
Jesús se encontraba en la cama del hospital, su rostro reflejaba el cansancio y el esfuerzo que le dejo la batalla, aunque la sonrisa que dibujó al ver a sus amigos demostraba su alegría por su visita y no solo eso, si no el no querer preocuparlos con sus problemas personas. La preocupación y el afecto brillaban en los ojos de Luis y Lucas cuando entraron en la habitación.
Luis rompió el pequeño momento de silencio que se creó por unos segundos con su voz usando un tono cálido pero preocupado, su voz reflejaba la ansiedad por el estado de su nuevo amigo, sabía que era fuerte, pero seguía siendo humano: - Jesús, no podíamos dejar de venir a verte. ¿Cómo te encuentras realmente? -
Jesús reflexionó unos pocos segundos antes de responder, dejando entrever el dolor que soportaba, pero aun así con una sonrisa solo dijo. - Adolorido, pero tengo suerte. Los médicos dicen que me recuperaré bastante rápido, solo que llevará tiempo antes de volver a estar en forma para volver a entrenar como antes. -
Lucas asintió con empatía, su gesto transmitía complicidad y admiración. -Tu valentía nos dejó a todos impresionados. Saber que estás aquí, luchando y recuperándote, es un verdadero testimonio de tu dedicación y coraje, no solo eso, sino también sobre el amor que le tienes a tus compañeros. -
El Capitán Jesús, agradecido por sus palabras, compartió sus motivaciones con sinceridad. -Lo hice porque sabía que no podía dejar a Antonio atrás. El equipo es mi familia, y no solo ellos, porque mi familia creció hace poco, porque ustedes dos también se volvieron parte de ella, aunque no sé si estén de acuerdo con eso. - Dice con una gran sonrisa en su rostro, pero esta vez da a entender que es una real y no una fingida.
Lucas y Luis, voltearon su rostro para verse entre ellos con un rostro bastante sorprendido, pero al mirarse sonrieron como Jesus, asintiendo al mismo tiempo, para luego ver a Jesus con una cara seria, para decir al mismo tiempo, - pero claro que seremos tu familia.
- Gracias chicos, los aprecio demasiado enserio. - Dice Jesus.
Luis y Lucas, solidarios, ofrecieron su apoyo incondicional. Estaban decididos a facilitar la recuperación de Jesús, comprometiéndose a estar allí en cada paso del proceso, asegurando que no enfrentara ningún desafío solo.
Con el tiempo, las visitas regulares de Luis y Lucas se convirtieron en un gran apoyo para Jesús. Sentir su presencia constante, su apoyo emocional y su disposición para asistirle en cada paso, se convirtió en una luz esencial para su espíritu. Saber que sus amigos estaban a su lado, listos para brindar ayuda y sostenerlo, le dio el coraje y la fuerza necesarios para encarar los desafíos que se avecinaban.