Liang Youdao y Guo Yijian sintieron que se les quitaba un peso de encima, pero también como si algo dentro de sus corazones se hubiera hecho añicos. Su orgullo y el espíritu de un artista marcial habían sido desmoralizados.
Estaban vivos, pero habían perdido mucho más.
—¿A quién más quieres matar? —preguntó Yang Junmo.
—He matado suficiente por hoy, vámonos —respondió Su Chengyu.
Yang Junmo asintió, formó una espada de luz bajo sus pies y ascendió. Su Chengyu controló la Espada Matadragones y los dos se alejaron volando juntos.
Solo entonces Liang Youdao y Guo Yijian lograron levantarse de verdad, con el rostro pálido. Liang Youdao lanzó a su audiencia una mirada fría y gélida. —Lo ocurrido hoy debería quedarse enterrado en ustedes. Cualquiera que se atreva a chismear, les garantizo que será encarcelado en el Alma del Dragón y sabrá lo que es el castigo del Alma del Dragón —advirtió.