—Chen Jun, la última vez te ahorré tu perra vida en la fábrica abandonada. Ha llegado el momento de tomar tu perra vida hoy —dijo Su Chengyu.
Su Chengyu caminó hacia Chen Boyong y su hijo. Sin dudarlo, Chen Jun cayó de su silla de ruedas y se tumbó en el suelo, dando cabezazos sin parar.
—¡Padre Yu, por favor, perdóname! ¡Padre Yu, por favor, perdóname! Todo esto fue un truco de Jiang Yuyan. Ella me hechizó y me obligó a hacer esto. De lo contrario, no me atrevería a vengarme de ti ni aunque tuviera cien agallas —Chen Jun no dejaba de suplicar por misericordia y vendió a Jiang Yuyan.
—También fue idea de Jiang Yuyan lo de contratar a alguien para que te matara en la cárcel. Ella me sedujo y me obligó a ir en tu contra paso a paso. Esta p*rra merece morir.
—¡Chen Jun! ¡B*stardo! ¿Todavía eres un hombre? —Jiang Yuyan apretó los dientes de rabia. Realmente no esperaba que Chen Jun fuera tal persona.