Después de un largo rato, sus labios se separaron.
Xu Shihan extendió la mano para acariciar el rostro de Ren Feifan, consolándolo —Feifan, no necesitas decir nada, sé que Qingcheng se ha ido, pero no nos ha dejado para siempre. Me prometiste hace un momento que me llevarías contigo a la Puerta Oculta a buscarla, ¿verdad?
La voz de Xu Shihan acarició el corazón de Ren Feifan como una brisa primaveral, disipando toda la opresión que sentía.
Atónito ante las palabras de Xu Shihan durante varios segundos, Ren Feifan finalmente estalló con un brillo radiante en sus ojos.
—Sí, la encontraremos, ¡no importa a dónde haya ido!
Xu Shihan siempre era así, aparecía cuando Ren Feifan más la necesitaba.
Su mera presencia ahora estabilizaba el espíritu de Ren Feifan e incluso traía un toque de calidez a su corazón, evitando que se sumiera en la locura.
