Ren Feifan salió del coche, su ceño fruncido, agobiado por el reciente incidente donde su cuerpo había sido controlado.
No le temía al alma que controlaba su cuerpo; ¡era lo desconocido lo que lo asustaba!
Así que, no se percató de la gente que se acercaba por detrás.
Incluso si se hubiera dado cuenta, no le hubiera importado mucho, ya que estaba en su propio territorio. ¿Realmente necesitaba tomar acción él mismo?
—¡Eh, chico, detente ahí mismo! —La voz helada de Shen Linxue se elevó, cargada con un toque de ira.
Cuando Ren Feifan escuchó la voz detrás de él, instintivamente dejó de caminar, dispersando los pensamientos en su mente mientras reflexivamente miraba hacia la mujer no muy lejos.
¿No era esta la mujer que acababa de ser abofeteada?
¿Cómo había terminado persiguiéndolo hasta la Puerta Sagrada?
¿Estaba loca?
Era como una bandita adhesiva persistente.
