Al día siguiente, a las 10 a.m.
Plaza de Forja de Espadas.
Ren Feifan casi se queda dormido nuevamente, pero afortunadamente el asceta sin deseo lo despertó con antelación.
Los dos se apresuraron hacia la Plaza de Forja de Espadas.
Tan pronto como Ren Feifan llegó al área de competición, vio que ya todos estaban de pie, y todas las miradas se posaron uniformemente en él.
Si las miradas mataran, la multitud habría dejado a Ren Feifan acribillado con mil agujeros.
Ren Feifan se percató de que, además de que la mirada del Anciano Qiu era particularmente intensa, había otra mirada igual de formidable.
Era Duan Qintian del primer horno de forja.
Ren Feifan no pudo evitar sentirse extrañado, ya que no había ofendido al hombre, ¿entonces por qué debería albergar tal fuerte intención asesina hacia él?
Era claro que no podía esperar verlo muerto.
Además, había un profundo desdén en sus ojos, como si un cazador estuviera mirando a su presa.
