Bajo la mirada acalorada de la multitud, la mente de Kian Harrison evocó la imagen del joven que le enseñó alquimia con tal naturalidad.
Después de haber luchado durante tantos años, el corazón de Kian estaba lleno de una amargura aparentemente interminable. Sus lágrimas brotaron cuando todas esas emociones complejas resurgieron una vez más.
—¡Hermano mayor Kian! —la voz de Sophie se escuchó.
Con una mirada, Kian corrió hacia Sophie y la abrazó fuertemente.
—¡Lo hice! ¡Tuve éxito! —Kian solo podía repetir esas palabras.
—Hermano mayor Kian, ¡sabía que eras el mejor! —Sophie estaba igual de emocionada y sus lágrimas también fluían sin parar, mientras su corazón se agitaba con innumerables emociones.
Mirando a los dos abrazados, todos observaban en silencio, compartiendo los muchos suspiros y emociones.
Todos los estudiantes de alquimia presentes se conmovieron, ya que todos estaban en el mismo camino.