Después de prestar diez mil monedas de hadas a cada una de las cinco personas, a Peter Brown le quedaron ciento veinte mil. Con estas ciento veinte mil, una vez más se dirigió hacia el mercado.
La razón por la que les había prestado tanto dinero era simplemente porque todos venían del mismo lugar, y Pedro quería darles una mano. Si podrían salir adelante con esas diez mil monedas de hadas, eso dependía de ellos. Peter les había ayudado; si le reembolsarían o podrían permitírselo, no le importaba en absoluto.
—Saludos a Clyde —dijo Pedro, haciendo el viaje a la tienda de Clyde Clinton esta vez sin Aurora Taylor.
Al ver llegar a Pedro, el rostro de Clyde se iluminó instantáneamente con una sonrisa:
—Felicitaciones por entrar en el top cien, Pedro.
—No esperaba que supieras eso, Clyde.
—Vamos, la noticia ya se ha difundido por aquí. Literalmente te abriste camino al top cien con dinero, jaja.