En este momento, en la cima del Pico de Nieve, las luces brillaban intensamente; este era el bastión de la Iglesia Luminosa en los Ocho países del Sureste.
En una de las cuevas extravagante mente decoradas, un zorro con la cara llena de heridas y carne desgarrada estaba siendo empujado hacia adelante por dos hombres fornidos.
—Vamos... Zorro, ya debes haberlo pensado bien, ¿verdad? ¿Vas a cooperar conmigo o eliges morir como los inútiles que tienes debajo?
Oscar Jones se sentaba en una plataforma elevada, acariciando juguetonamente su varita mágica, mirándolo desde arriba con una sonrisa siniestra.
A su lado, había dos hombres con velos negros, pero de principio a fin, solo jugueteaban con los lagartos en sus manos, sin hablar.
—¡Hmph! ¿Qué cooperación puedo tener con alguien tan ingrato y traicionero como tú? No olvides, si el Rey Dragón no hubiera perdonado tu vida en aquel entonces, estarías haciendo fila en el inframundo ¡justo como Saladan!