—¿Qué está pasando?
—¿Por qué está cerrada la puerta!
—No se abrirá.
Varios discípulos del Templo Colgante intentaron abrir las gruesas puertas del salón, pero no importa cuánta fuerza ejercieran, las puertas permanecían inmóviles.
—Dejen de intentar, no se moverá.
Greg Jensen se quedó quieto, examinando la escena dentro del gran salón.
El salón era espacioso, con tres deidades entronizadas al fondo. Debajo de las estatuas, había un altar, y frente al altar, en lugar de cojines de meditación, había una piscina rectangular.
Dentro de la piscina había una pasta rojo oscuro, que parecía sangre seca.
Las tres estatuas no eran la Trinidad Taoísta comúnmente vista, sino deidades desconocidas sosteniendo cuchillas afiladas, con rostros fieros que distaban de ser benevolentes.
Greg Jensen casi confirmó que el llamado Corte Ancestral de la Secta del Gran Vacío era una absoluta tontería.