—Eres un chico malo, todo lo que piensas es en cosas indecentes —dijo Lois Abbott abriendo de repente los ojos y mirando fijamente a Greg Jensen, acusándolo.
¡Zas!
El rostro de Greg Jensen se sonrojó de inmediato por la vergüenza, y deseaba poder encontrar una grieta en el suelo para meterse mientras se encogía inconscientemente.
A Lois Abbott no le importó, lanzó su pierna sobre su cuerpo, cerró los ojos y continuó durmiendo.
¡Uf!
—Déjame darte un masaje —dijo suavemente Greg Jensen exhalando silenciosamente.
—Vale, gracias, cuñado, eres el mejor —murmuró Lois Abbott, sin abrir los ojos, agradeciendo y hasta le dio un piquito a Greg Jensen en los labios.
El cuerpo de Greg Jansen se estremeció, pero rápidamente recuperó la compostura.
Tomó una profunda respiración, se obligó a calmarse y luego comenzó a masajear el punto de acupuntura del sueño en Lois Abbott, amasándolo lentamente.