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Al pensar en esto, Li Ruoxiang no se molestó con más tonterías, y dijo directamente —Dime, ¿qué necesitamos hacer para que liberen a los discípulos de nuestra Secta del Loto Verde?
Huyan Shun y el anciano de la Ciudad Dragón de Madera intercambiaron miradas, y entonces Huyan Shun se acarició la barbilla y dijo sin rodeos —¿Liberarlos? Hmph, Líder de Secta Li, ¿estás tratando las reglas de nuestra Secta de la Sometimiento de los Demonios y la Ciudad Dragón de Madera como una broma? Tu gente cruza la línea y luego vienes aquí a liberarlos. ¿Qué, no tomas en serio nuestras fuerzas?
—Así es, Líder de Secta Li, si dejamos pasar esto tan fácilmente hoy, ¿crees que tu gente se atreverá a actuar imprudentemente mañana, y el día después? Dices liberar y se liberan, ja ja, ¿estás tratando nuestras fuerzas como aire? —El anciano de la Ciudad Dragón de Madera gritó.
Al oír esto, la gente de la Secta del Loto Verde estaba furiosa al punto de explotar.
