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Sin embargo, si Yu Ban realmente pensaba que no decírselo lo dejaría perplejo, entonces estaba muy equivocado. Él no era un joven ingenuo que no había visto el mundo. Incluso si no había estudiado las Armas Espirituales a fondo en su vida anterior, aún podía reconocer la diferencia entre los tesoros de Xuan Tian y las armas espirituales.
Así que, calmadamente y sin prisa, recorrió la Bóveda de Armas.
Después de aproximadamente el tiempo que lleva tomar una taza de té, Yang Chen gradualmente se detuvo.
Su mirada cayó sobre un clavo plateado grisáceo hecho de un material poco notable. Parecía bastante ordinario, pero Yang Chen lo recogió y lo sostuvo en su mano, luego preguntó con una sonrisa:
—Senior, ¿es este un Tesoro Espiritual Celestial Misterioso Dañado?
—Chico, no tengo ninguna obligación de decirte si lo es o no; tienes que juzgarlo por ti mismo —Yu Ban, astuto y mañoso, sonrió sin revelar nada.
