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Después de que el Anciano Qian se fue, la tercera persona que llegó sorprendió a Yang Chen.
La que entraba al patio era una mujer de la Secta Canghai, vestida con la indumentaria de la Secta, con varios arroyos fluyendo pintados en su ropa, creando una concepción artística indescriptible. Parecía como si desde el momento en que uno la miraba, una brisa suave golpeara su rostro.
Esta mujer era de la Secta Canghai.
Cuando vio a esta mujer, Yang Chen cayó en reflexión y habló:
—Senior, ¿usted es He Qiushui de la Secta Canghai?
—¿Me reconoces? —He Qiushui levantó sus cejas y habló suavemente.
Cuando Yang Chen la oyó admitir que era He Qiushui, dudó por un momento, e inmediatamente dijo:
—Desde niño he admirado a la Secta Canghai. He escuchado de mis mayores que la Formación Espíritu Guardián, que se ha encargado de sellar a las bestias demoníacas durante generaciones en la Secta Canghai, es bien conocida por mí.
