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Yang Chen no era un tonto; podía ver los pensamientos de los guardias, sabiendo que no pensaban muy bien del elixir que él había hecho.
Sin embargo, estos guardias eran inteligentes y no mostraron ningún desdén en sus rostros. Incluso sus palabras eran intachables:
—¿Oh? ¿Qué tipo de elixir ha hecho el Joven Maestro Yang? ¡Déjenos verlo!
Al oír esto, Yang Chen abrió la caja, y una rica fragancia de píldoras se difundió inmediatamente. Diez elixires de textura redonda, emitiendo una débil luz y energía espiritual aparecieron ante los ojos de los guardias.
Los guardias se sorprendieron al ver estos elixires.
Aunque no podían reconocer el nombre de este elixir, sus materiales, la fragancia de las píldoras y la energía espiritual dispersa, eran todos indicadores de su singularidad. Al menos, era más precioso que cualquier elixir que hubieran visto antes.
—Esto... —Los guardias revelaron expresiones codiciosas.