```plaintext
Después de obtener el Cuerpo Divino Tai Chu como base, Yang Chen se llenó de alegría y salió del valle.
El Anciano Oso Uno y el Anciano Oso Dos eran honestos y obedientes, siguiendo las órdenes de Yang Chen, permaneciendo tranquilamente frente al valle, sin moverse en absoluto.
Esto hizo que Yang Chen se sintiera aliviado y asintiera.
—Hermano Mayor, ¿has salido? —gritó el Anciano Oso Uno.
—Shh. —Yang Chen levantó su dedo—. Tú gritando así, ¿quieres que otros sepan que hay un oso aquí?
—Ah, está bien, hablaré más bajo. —El Anciano Oso Uno se rascó la cabeza.
Yang Chen cruzó los brazos:
— En realidad, el único problema de que ustedes dos me sigan es su tamaño. ¿Pueden hacerse más pequeños o algo así?
De lo contrario, estos dos osos gigantes siguiéndolo causarían problemas significativos una vez que dejaran la Montaña de la Bestia Monstruosa.
—¿Más pequeños? —El Anciano Oso Uno y el Anciano Oso Dos se miraron el uno al otro.
