Tina Riverside sabía que había hecho algo mal y se sintió tan avergonzada que deseó poder meterse en un agujero y desaparecer.
Pero por alguna razón, sintió su palma increíblemente pesada y no quería retirarla.
—¡Este insensible...! —Yetta Astir sintió la impropiedad de Basil Jaak y al instante apretó los dientes de rabia.
—¡En su corazón, juró en silencio que una vez que Tina abandonara la habitación, definitivamente le daría una dura lección a Basil Jaak para hacerle saber lo formidable que era!
—¡Basil Jaak, bribón!
—¡Aunque ahora, se atrevía a hacer tal cosa, era simplemente... simplemente descarado! —Yetta mordió su labio inferior, tan enojada que no sabía qué hacer.
Si Tina no estuviera allí, seguramente habría perdido los estribos en el acto y le habría dicho unas cuantas cosas a Basil.
Pero con Tina presente, no se atrevía a mover ni un centímetro, ¡era exasperante!