Yetta Astir no tuvo más opción que seguir conduciendo.
De repente, la motocicleta golpeó una gran roca en la carretera y comenzó a rebotar violentamente.
A Basil Jaak no sabía si era costumbre, pero había agarrado instintivamente, no intencionalmente.
—¡Idiota, suéltame inmediatamente! —Al escuchar el grito de Yetta Astir, Basil Jaak tuvo que soltarla torpemente.
—¡No quise hacer eso, ya sabes! —Basil Jaak intentó explicar rápido a Yetta Astir.
—¡Conócete el culo! —La cara de Yetta Astir ya estaba completamente roja. ¡Este desalmado grandísimo idiota, definitivamente lo hizo a propósito! ¡Tocando ahí y además apretando fuerte; qué falta de decencia!
—¡Controla tus manos! ¡Si me tocas al azar otra vez, ten cuidado, podría simplemente cortarte las manos! —Yetta Astir amenazó a Basil Jaak.