En el Hospital Internacional Sinclair, en la sala VIP, Bella terminó su ducha y se cambió de sus ropas ensangrentadas a algo limpio.
Salió del baño y encontró a Tristan esperándola en la sala de estar. Su movimiento se detuvo, y todo el dolor que había escapado momentáneamente la volvió a engullir.
Bella se le acercó, tratando de parecer casual como si nada hubiera pasado. Sin embargo, sus esfuerzos fracasaron; Tristan podía ver el pesar reflejado en sus ojos.
Tristan sentía lástima por ella pero eligió no indagar en los detalles del incidente. Decidió esperar a que ella compartiera cuando estuviera lista.
Había un asunto urgente que necesitaba atender ahora. Tristan se levantó de su asiento y se acercó a ella.
—Querida, comamos primero. Leo me dijo que aún no has comido nada —tomó su mano y la llevó a la mesa del comedor—. Acaban de servirnos esto. Vamos a comer.
Bella no lo rechazó. A pesar de que no tenía apetito, sabía que necesitaba comer, o podría desmayarse pronto.