Tras reconocer a Tristán, el guardia saludó, se disculpó por la interrupción y los dejó pasar por la puerta.
El coche avanzó, entrando a los terrenos de la Casa Dorada. Tristán condujo por el camino vacío bordeado de altos cipreses. Parecía relajado, como si conociera bien el lugar.
Bella aún se sentía nerviosa. Era la primera vez que visitaba este lugar, aunque lo había visto a menudo en televisión.
A pesar de sus nervios, el paisaje la asombró. Las luces del jardín iluminaban el área, haciendo su belleza más visible.
—¿Sabes a dónde vamos? —preguntó Bella, mirando a Tristán. —¿Vienes aquí a menudo?
—Sí, casi todas las semanas —respondió Tristán, sonriendo antes de concentrarse en la calle. Continuó:
—Jayson Spencer es bastante solitario. No tiene muchos amigos en los que pueda confiar. Desafortunadamente, soy uno de los pocos que sí, así que siempre me llama para acompañarlo a tomar algo. —Una risa suave escapó de sus labios.
A Bella le sorprendió escuchar eso.