—¿Qué estás haciendo, querida...? —Su voz sonaba ronca—. Oh, querida, tienes problemas. Has despertado a mi hermanito.
Bella se quedó congelada en sus brazos, tratando de cambiar de tema para distraerlo.
—Tristan, ¿por qué dormiste con la bata de baño? Recuerdo que no la llevabas anoche —preguntó, alzando la vista para encontrarse con su mirada.
La boca de Tristan se torció mientras recordaba lo sucedido la noche anterior. Se apresuró a ajustar su expresión cuando la vio entrecerrar los ojos.
—¿Eh? ¿Por qué pones esa cara, Tristan? ¿Pasó algo anoche que yo no sé? ¡Oh! —Bella jadeó cuando algo cruzó por su mente—. Por favor, no me digas que sonámbulo...
Bella se sintió divertida al escuchar sus propias palabras. Qué tontería. ¿Cómo iba alguien a bañarse dormido? Imposible, ¿verdad?
Cuando Tristan escuchó su pregunta, se quedó sin palabras. Se aclaró la garganta y aflojó el abrazo antes de responder a su curiosidad.
—Esto es por tu culpa —dijo él.