—Bella, mi hija —la voz de Natalie temblaba—. Después de una breve pausa, continuó:
— Lamento que tengas que cargar con todos nuestros asuntos familiares en tus hombros. Trabajas duro para resolver el desorden de tu padre y tu tío.
Bella estaba atónita al ver las lágrimas de su madre rodando por sus mejillas.
—Mi hija, no te agotes con su desorden. No cargues esta carga por ti misma. Si necesitas mi ayuda, por favor dímelo. Te prometo que intentaré ayudar. Incluso si mi ayuda pudiera ser inútil, haré cualquier cosa por ti...
Las palabras de Natalie dejaron atónito a Isaac Donovan. Instantáneamente, sentimientos de culpa llenaron su corazón. Él no era tan sensible como Natalie, que podía entender los sentimientos de Bella.
¿Cómo podía permitir que ella se ocupara del desorden de su familia sola y sin su ayuda?
Isaac apretó las manos en puños cerrados, recordando las cosas terribles que sus hijos habían hecho a Bella y a su madre.