—Ven aquí, mi querido hijo —Bella se levantó de su asiento y se acercó a Dax.
Harper hizo lo mismo, emocionada por ver a Dax, a quien no había visto desde hace casi un año.
—Mami, esto —Dax, con su habitual calma, preguntó mientras echaba un vistazo a Harper, que caminaba detrás de su madre.
—Pequeño Dax, soy yo, tía Harper. Ay, ¿ya has olvidado a tu hermosa tía? —Harper preguntó con tono triste, intentando hacer reír al pequeño. No podía dejar de mirarlo; era tan adorable. Parecía haber perdido peso y su piel no estaba tan pálida como la recordaba de su última reunión en Suecia el año pasado.
—¿Tía Harper?
—Sí, sí... Soy tu hermosa tía Harper —su sonrisa se amplió al oír que el pequeño finalmente la recordaba. Sin embargo, las siguientes palabras de Dax casi hicieron que tropezara.