Los dos hombres junto al hombre con el tatuaje de una rosa roja estaban impactados más allá de las palabras, al ver a su hermano tirado en el suelo, incapaz de levantar la cabeza.
Sintiéndose enojados por la situación, los dos gángsters miraron a Leo, que estaba a un metro de distancia de ellos. Él lucía tranquilo, con una sonilla siniestra, mirándolos.
—¡Bastardo, voy a matarte! —ambos gritaron. Cuando intentaron atacar a Leo, lo vieron moverse tan rápido que sus ojos no pudieron seguirlo. Eso les sorprendió.
Leo mandó una patada poderosa hacia la rodilla de su objetivo con su pie derecho. Otro crujido fuerte se escuchó, como el sonido de los huesos rompiéndose, seguido por un rugido de dolor.
—¡AARGH! —el hombre ahora estaba derrumbado en el suelo, incapaz de mover las piernas.
El último hombre entró en pánico; sacó su daga y apuñaló a Leo en la espalda cuando Leo estaba ocupado pateando a sus amigos.