En la manada de Siempre Verde, el doctor había terminado de tratar a Valerie, aconsejándole que descansara bien. Adira se ocupó de sus deberes de la manada, ya que ya era por la mañana.
Había asuntos oficiales así como guerreros a los que entrenar en preparación para cualquier ataque futuro. Tratada como una marginada, a Valerie no se le permitía unirse al entrenamiento ni participar en ninguna de las actividades de la manada.
Dormía mucho a causa de la inyección para el dolor que le habían dado. Despertándose a la mañana siguiente, había comida en su mesa, pero se había enfriado por lo mucho que había dormido.
No sabiendo qué hacer con su tiempo antes de su muerte, decidió salir a correr. En cuanto se levantó a una posición sentada, el dolor atravesó su pie y gemió. —Mierda.