—Xiaotang, has rezado con tanto ardor, mi hermano mayor estará bien, ¿verdad? —preguntó Qiao Ning con expectativa.
Hai Xiaotang miró a sus inocentes ojos y sintió un extraño suspiro dentro de su corazón.
Ella sonrió y asintió, —¡Sí, Chai Xiyang definitivamente estará bien! Ya ves, has rezado tan fervientemente; el Cielo seguramente será conmovido por ti y asegurará su bienestar.
—Eso es bueno... —Qiao Ning sonrió, al tiempo que se recostaba en el respaldo de la silla debido al agotamiento.
Hai Xiaotang notó sus labios agrietados y le pasó una botella de agua, —Qiao Ning, bebe un poco de agua.
—Está bien, gracias. —Qiao Ning la tomó, dio un sorbo y se quedó dormida apoyándose en el respaldo de la silla.
En este momento crítico, cuando todos contenían la respiración esperando el resultado de la cirugía, ella estaba dormida.
Se podía ver lo cansada que estaba...
Desde que Chai Xiyang se enfermó, los nervios de Qiao Ning habían estado al límite.