No la habría invitado antes, desde luego.
Ahora, sin embargo...
—¡Depende de mi humor!
—¿Estás de especialmente buen humor hoy? —preguntó Hai Xiaotang.
Dongfang Yu no respondió, no sabía qué le había entrado hoy para perder tanto tiempo con ella.
Hai Xiaotang lo miró fijamente y continuó insistiendo:
—¿Por qué me invitaste a cenar?
Dongfang Yu levantó una ceja:
—¿No puedo invitarte a cenar?
—¿No me desprecias profundamente? ¿No deseas no tener que verme nunca? —Hai Xiaotang habló sin rodeos—. Pero hoy te estás comportando bastante fuera de lo común.
La expresión de Dongfang Yu se volvió sombría:
—Te invité a cenar. ¿Por qué tantas preguntas?
Hai Xiaotang esbozó una sonrisa tenue mientras recordaba el pasado.
Hubo innumerables veces que ella lo esperó en casa para cenar, cada vez en vano.
Incluso si lo habían acordado con anticipación, él siempre encontraba una razón para no volver a casa. Para él, ella era alguien a quien podía descartar a voluntad.