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Sin darse cuenta, había llegado el amanecer.
Hai Xiaotang estaba dormida en la mesa cuando escuchó el grito de su abuelo.
—¡Alguien que venga, rápido!
—¡Hai Xiaotang se despertó abruptamente!
Se levantó queriendo correr hacia afuera, pero sus piernas estaban demasiado entumecidas. Tan pronto como dio un paso, cayó pesadamente al suelo.
—Alguien que venga rápido... —La voz de su abuelo afuera estaba llena de urgencia.
Hai Xiaotang sospechaba que al Abuelo Tao podría haberle ocurrido un accidente.
Con los dientes apretados, se levantó y tambaleándose salió afuera.
El dormitorio del Abuelo Tao estaba al lado. Hai Zhiyuan acababa de llegar para ver si ya se había levantado, y lo encontró desmayado en el suelo, inconsciente.
Los gritos de Hai Zhiyuan trajeron a Acheng y Hai Xiaotang.
—¿Qué le pasa al Abuelo Tao? —preguntó Hai Xiaotang sorprendida.
—¡Acheng, llévalo rápido al hospital! —ordenó Hai Zhiyuan sin responder.