Dongfang Yu no le importaba en absoluto, ¡más bien le interesaba más el origen de Lin Xinxin!
Veía a Lin Xinxin en una luz aún más favorable.
Después de todo, siendo huérfana, con su propio talento y habilidades, fue capaz de convertirse en la principal diseñadora de Dongfang en ese momento. Además, siendo tan joven, era imposible no admirarla.
En aquel entonces, los planes de Hai Xiaotang salieron mal y, en su enojo, destruyó muchas cosas en casa para desahogar su frustración.
Pensando en su pasado tonto, ignorante, obstinado y tiránico, Hai Xiaotang no quería recordar.
El abogado de Dongfang Yu solicitó:
—Nos gustaría ver al sospechoso primero. ¿Está bien?
La policía asintió:
—Por supuesto.
Dongfang Yu se volvió hacia Hai Xiaotang y le ordenó despectivamente:
—¡Espera aquí!
Él se encargaría de esto; no había necesidad de que una mujer se enfrentara a tal escoria de nuevo.
—Yo quiero ir también —Hai Xiaotang estaba decidida y no quería perderse ver al sospechoso.
