Eve Thompson inclinó su cabeza, su mejilla ardiendo en un dolor ardiente; un sabor metálico y dulce de sangre le llenó la boca. Estaba sangrando.
Cuando Jonas Thompson se abalanzó sobre ella, podría haberlo esquivado. Pero, por temor a revelar sus habilidades en artes marciales y levantar sospechas - después de todo, su hermana nunca aprendió artes marciales - apretó los dientes y soportó la bofetada. No esperaba que él usara tanta fuerza...
—Jonas, quizás ha habido un malentendido... —dijo Ava White ansiosamente.
La furia onduló en la frente de Jonas Thompson.
—¿Malentendido? ¿Qué malentendido? Todavía tengo el contrato que le di en casa, intacto. El área para su firma está en blanco. Lo sabía, no hay forma de que el señor Charlie se interese por estos diez millones. ¡Todo es su engaño! —la furia de sus palabras era evidente.
¿Cómo supo que el contrato estaba aún en blanco?
Por supuesto, la criada en casa debe habérselo dicho - y la criada era la agente de Ava White...