—¡Ni siquiera puedes mantener a un hombre, eres tan inútil! Cuando naciste, ¡deberíamos haberte ahogado hasta la muerte! ¡Vivir en este mundo solo trae deshonra! —Las palabras de Jonas Thompson eran venenosas y egoístas.
Lo dijo tan suavemente, que probablemente no era la primera vez.
Eve apretó los puños.
—¡¿Qué estás diciendo?! —gritó Emma.
—¿Qué? ¿Ahora que tu hija es desobediente, tú también vas a rebelarte? Si no quieres vivir así, ¡entonces divórciate! —resopló Jonas.
Emma no era buena discutiendo con la gente. Su cuerpo temblaba de ira, las lágrimas brotaban en sus ojos.
Señalando a Jonas, se quedó sin palabras por un rato.
Justo entonces, una voz débil se escuchó:
—¿Qué pasa?
Jonas y Emma miraron hacia la puerta asombrados.
¡Y entonces vieron un rostro increíblemente impactante!
Ya estaba oscuro afuera.
La luz del techo parecía concentrarse solo en la chica.
Era como un faro brillante, ¡una belleza impresionante!