Eve Thompson regresó sin pensarlo mucho y se acercó al grupo. Lo primero que vio fueron algunas cajas de joyería sobre la mesa, todas abiertas. Las brillantes joyas en su interior valían aproximadamente decenas de millones de dólares.
Ava White estaba sentada cerca, sus ojos fijos en las deslumbrantes joyas, mostrando abiertamente su codicia y dolor.
Al ver a Eve volver a casa, Jonas Thompson se levantó inmediatamente con una sonrisa aduladora en el rostro. —Iris, ¿has vuelto? ¿Estás cansada?
Eve pensó que se veía ridículo, pero antes de que pudiera decir algo, él continuó. —Iris, somos familia; tendremos algunos tropiezos en el camino. Eres una buena chica y no te importará, ¿verdad? Emma, ¿qué piensas? —Jonas la miraba ansiosamente, esperando poner fin al asunto. Incluso miró a Emma Tonkin, queriendo que ella interviniera y ayudara.
Eve no pudo evitar querer reírse.