—Eso también había sido en un día de invierno, había sido un frío que calaba hasta los huesos.
—Se sentía solo y abandonado por todo el mundo.
—No podía evitar pensar que si su madre estuviera en casa, seguramente hablaría en su favor y lo haría sentir mejor.
—Al final, descubrió que, mientras él estaba arrodillado en el salón ancestral, Mei Feng estaba arrodillada ante su padre, suplicando por él.
—Finalmente, su padre cedió y Mei Feng lo ayudó a levantarse. Le cubrió las rodillas con una manta y le dijo
—Las rodillas son una parte importante del cuerpo y es crucial que no se expongan al frío. Mis rodillas me duelen ahora porque no las cuidé cuando era joven. Era vanidosa y me gustaba vestir ropa ligera.
—Ella ya tenía problemas de rodillas y ahora, por su culpa, había tenido que sufrir esta penuria.
—En ese momento, juró en su corazón que desde entonces, trataría a Mei Feng como a su propia madre.
—Si su propia madre no lo quería, alguien más lo hacía.