—Asegúrense de atar bien todas las cuerdas. Carguen todas las provisiones y a los caballos—doy la orden a mi equipo y el resto de caballeros.
Ni siquiera noté en que momento llegamos a la sexta capa abisal, luego de tanto luchar y cabalgar por selenios enteros apenas y puedo darme momentos para pensar de esta manera.
Acabamos de llegar al Pozo Negro, un enorme océano oscuro. Es tan o más oscuro que el Subterráneo Seco, nuestra única fuente de iluminación serán nuestras antorchas y candiles.
Hasta este momento, habíamos dirigido la exploración en todo lo posible, andando por los caminos mapeados que anteriormente habían sido explorados. Sin embargo, la existencia de una capa enteramente acuática lo complica todo. Una vez que pongamos un pie en el agua, dejaremos de tener el control por completo y solo podremos guiarnos por nuestro instinto.
En la segunda capa de El Abismo hay unos cuantos cuerpos de agua que son navegados por los locales mediante botes pequeños. Para esta expedición, hemos tenido que arrastrar por todos lados nuestra carreta con provisiones. Dicho vehículo lleva consigo un bote lo suficientemente grande para cargar a mi escuadrón.
Los caballos viajaran en distintos botes, guiados por otros caballeros designados para cuidarlos. En caso de que logremos encontrar una hipotética entrada a una séptima capa, habremos cruzado todos.
Para ser honesto, veo el final del viaje aquí. Nadie ha podido sortear este negro y oscuro océano. Mierda, ni siquiera sabemos si hay algo más allá abajo. Pero esta es la naturaleza de los Traza-Caminos, morir y dar la vida por conocer un poco más de nuestro mundo. Puede que los siguientes seamos nosotros, y que tengan que pasar mil exploraciones más para que alguien consiga descubrir el camino correcto, si es que lo hay. Estoy tan estresado… ha habido muchas bajas, hay tantas cosas de las que cuidarse. Monstruos, peligros del camino… Amcottes Eveas…
Siento una pequeña mano darme una palmada en la espalda. Cuando volteo la mirada, veo a Panqueque, quien baja sus ojos hacia el suelo con rapidez. Ah, esto me reconforta más.
Ella es tan linda y amable cuando se lo propone, a pesar de que no sé qué está pensando la mayor parte del tiempo. De vez en cuando, me entretengo imaginando sus pensamientos. Tomando en cuenta que dice venir de otro mundo, y que anteriormente era un unicornio debe guardar muchas cosas misteriosas. Pensamientos profundos, secretos inimaginables, etc. Sí, seguro debe ser esa la razón del porqué no habla mucho.
Desde que hablé con ella en aquella noche de borrachera no me la he podido sacar de la cabeza. O mejor dicho, desde que la conocí en esa granja de Badaron hace tiempo. Me gustaba su cabello de colores, y sus pupilas eran tan hermosas como nunca había visto antes. Sin embargo, parece que nació por y para los tonos oscuros, porque sabe combinarlos bien en ella.
Me dijo que tenía un nombre, algo como "estilo gótico", lo que sea que signifique eso. Como sea, ha sido algo fascinante y todo alrededor de ella me sorprende cada día más. Cuando regresemos de la expedición, me gustaría tomarme un tiempo para conocerla más a fondo. Seguro que a Majorie, Baldwin y Celica les encantará conocerla.
—Arthur, te daré una paliza si no te concentras en esto—ladra Sybil.
Sacudo mi cabeza, intentando regresar a la exploración. Junto a mi equipo, logramos trasladar las cosas hacia el bote que usaremos nosotros. He estado al pendiente del escuadrón de Amcottes y lo que sea que nos está persiguiendo desde los Jardines Huecos.
—Bien, colgaré las antorchas en los extremos y estaremos casi listos para partir—informa Julian.
Y así terminan los preparativos para comenzar la fase de navegación marina. Coloco el farol principal en la punta del bote y subimos a bordo. Es pequeño, prácticamente del tamaño de la carreta, pero será el único espacio que tengamos. He leído mucho sobre las exploraciones previas de los caballeros Traza-Caminos, y el Pozo Negro siempre ha presentado una dificultad enorme para las expediciones de mapeado.
Nunca imaginé que algún día en verdad estaría aquí.
—Julian, enciende la antorcha azul. Comenzamos de inmediato.
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El sonido de los remos resuena de forma hueca en toda la embarcación. Las olas son violentas de vez en cuando y nos obliga a bajar el ritmo. También se dejan escuchar criaturas submarinas, pero ninguna ha emergido. Francamente tengo inquietud sobre lo que pueda llegar a pasar.
—Maldita sea, esta oscuridad no nos deja ver nada—se queja Julian mientras rema.
—Las luces de las velas no son suficientes, el movimiento también afecta la visibilidad del mapa, majestad—informa Norbert.
Muevo el remo de adelante hacia atrás, escuchando la situación. El resto de botes no se haya muy lejos, todos parecen tener temor de esta capa.
—Puedo usar magia luminiscente si lo desean—dice Sybil levantando su varita.
Pienso en Panqueque. Ella utilizó un hechizo poderoso que nos permitió ver a través de la neblina cuando no podíamos. Sin duda ella sabrá guiarnos en esta oscuridad, con el debido respeto a las habilidades de Sybil.
—Panqueque… ¿podrías, ya sabes…
Ella me mira y asiente de forma afirmativa. Se da la vuelta para evitar ser vista, bajando su cabeza hacia las frías y oscuras aguas de la sexta capa. Y entonces, un brillo emerge de ella. Una gran esfera luminosa se eleva por los aires, dándole visibilidad al resto de botes cercanos.
—Ugh… Panqueque esto, Panqueque lo otro. Pareciera que mi magia es inútil ahora—refunfuña Sybil.
—Eso no es verdad. Nos has salvado la vida en tantas ocasiones que ni siquiera puedo contarlas—refuto.
—¿Y por qué solo le pides a ella que haga esa magia? Yo también puedo lanzar hechizos poderosos.
—Quiero que descanses, tu ofensiva es realmente importante para el equipo y no quiero que gastes tus MP en esto por si llegamos a necesitar luchar—explico.
—Ajá, claro.
Sybil ha estado teniendo esos pequeños episodios de mal humor cuando se trata de Panqueque. Desde que se conocieron, de hecho. No soy estúpido, sé que lo hace porque está celosa de la atención que ha recibido de parte mía y del equipo. Espero que con el tiempo puedan llevarse mejor, una vez que hayan pasado los cursos y Panqueque no sea la novedad.
—Esta luz está mucho mejor, es casi como una pequeña Selene—compara Julian.
Es verdad. No tiene la misma intensidad que la original en la primera capa, pero es demasiado útil para navegar. Como estamos en territorio desconocido, los botes se han separado llegado cierto punto, mapeando el Pozo Negro lo mejor que pueden. En caso de encontrar una hipotética entrada a la séptima capa, se avisará de inmediato y la dirección de la expedición cambiará hacia ese lado.
—Oye, Arthur, ¿en verdad crees que podamos bajar todavía más?—pregunta Julian.
—Tengo la certeza de que así será.
—¿Cómo crees que estén las cosas allá arriba? ¿Qué pasará si no llegamos a tiempo para curar a tu hermana?
—No lo sé. Si no encontramos la cura, yo mismo la ejecutaré. Sí se ha convertido en el Dragón Blanco para ese entonces, el resultado será el mismo. El único escenario en el que quiero pensar es hallar esa cura.
Todo queda en silencio. Puedo ver a Panqueque dedicándome una fugaz mirada. Ella dijo que me daría la cura personalmente si la ayudaba a llegar al fondo de El Abismo. Ja, esto se convirtió en una expedición para ella sin darme cuenta.
Me hubiera gustado pedirle esa cura antes de bajar, pero entiendo por qué no era buena idea hacerlo. No solo la exploración perdería sentido, sino que también es la única garantía que tiene ella para que yo la ayude. ¿Tan importante es lo que se haya en el fondo?
Y ahora que lo pienso… ¿Qué garantía tengo yo de que Panqueque tenga la cura que necesita Majorie? Bien puede estarnos engañando a todos. Sí, creo que seguir con la expedición fue un acierto. Pero tampoco siento ese tipo de maldad viniendo de ella. Tengo la certeza de que Panqueque es especial. Un unicornio muy especial.
—Majestad, uno de los botes encendió una llama natural. Muchas de ellas—informa Norbert, mirando hacia el oeste.
—¿Llamas naturales? Están pidiendo que nos desviemos hacia esa dirección—analizo.
En tierra firme y explorada solo nosotros podemos usar ese color de flama en las antorchas. Pero en territorio desconocido donde cualquier hallazgo es fundamental, cualquier escuadrón puede hacer eso si lo considera importante.
—Giremos hacia el oeste. Parece estar bastante alejado—doy la orden.
De inmediato, Norbert, Julian y yo movemos los remos para dar vuelta a la embarcación. Luego de varios minutos, comienzo a notar algo extraño en la situación. La cantidad de candiles y velas encendidas es mayor a la que nuestros botes permiten. No solo eso, una vez que estamos cerca me percato de que lo que sea que nos llamó hasta este punto, es de un tamaño superior.
—Oye, Arthur… esa cosa no parece un bote explorador—Julian traga saliva.
—¿Qué carajo es eso?—continúa Sybil.
—Manténganse en máxima alerta—doy la indicación.
Observo esa cosa acercarse a nosotros. Luce como un bote explorador, pero mucho más grande y equipado. Esa embarcación no pertenece a los caballeros Traza-Caminos ni al reino de Asonas.
—¡¿Poios eínai ekeí?!—una voz firme y autoritaria suena en lo alto de la embarcación.
—¿Eh? No entendí nada de lo que dijo—menciona Sybil.
—Quien estar ahí—cita Panqueque.
Todos la miramos con evidente confusión. ¿Ella entendió lo que hablaron?
—¡Apantíste, alliós tha epitethoúme!—vuelven a exclamar.
Volteo a ver a Panqueque, con la esperanza de que ella vuelva a citar lo que sea que estén diciendo.
—Responder, o nosotros atacar—traduce.
—Voy a ignorar que no me estoy preguntando por qué entiendes ese dialecto solo porque estamos en peligro—bromea Julian.
No hay tiempo que perder. No sabemos a qué nos estamos enfrentando exactamente y estamos en desventaja.
—¡Príncipe Arthur, del sacro reino de Asonas! ¡Identifíquense!—exclamo.
Hay unos segundos de silencio antes de que podamos escuchar algo.
—¡Den katalavaínoume ti léne!
—Nosotros no entender lo que ustedes decir—traduce Panqueque.
—¿Y no puedes responder por nosotros? Ya que eres la gran sabelotodo—pregunta Sybil.
Panqueque parece estar debatiendo ahora mismo en su cabeza. Sé que no le gusta hablar mucho, pero tiene que hacerlo en esta ocasión.
—Panqueque, por favor—solicito.
Ella suspira y aclara su garganta.
—¡Me léne Panqueque, tha sou milíso!—exclama.
—¿Poies eínai oi prothéseis sas?
—Kánoume mia exerévnisi. Erchómaste eiriniká—responde Panqueque.
Ok, esto es un poco incómodo. Nadie tiene idea de que están hablando. Siempre me pareció curiosa la forma en la que Panqueque habla, ese lindo tono granjero que tiene y la manera en la que formula sus oraciones a pesar de que su vocabulario no es precisamente refinado. Nunca pensé que ella, quien apenas puede hablar asoniano, fuera nuestra traductora.
Veo una plataforma de madera descender con cadenas hacia el agua, cerca de nuestro bote.
—Ellos dejarnos subir—indica Panqueque.
¡Genial! Parece que logramos evitar un posible conflicto armado. Uno a uno subimos a la plataforma de madera mientras la elevan. Llego el momento de descubrir quién está detrás de esta extraña embarcación. Tengo tantas preguntas que hacer, pero supongo que después de conocer a una chica unicornio que dice venir de otro mundo, es difícil sorprenderse.
—¡Psilá ta chéria, min káneis kínisi!—exclaman mientras nos suben.
—Manos arriba, no hacer movimientos—traduce Panqueque.
—Kgh… esto es denigrante—se queja Sybil.
—Más te vale obedecer si es que quieres conservar tu vida—añade Norbert.
Luego de un corto periodo, la plataforma nos eleva lo suficiente para observar a los navegantes misteriosos. Lo que veo frente a mí me deja perplejo, al igual que a mis compañeros.
—Ára eínai exerevnités. ¿Apó pou érchontai?
Una mujer con orejas y cola animal nos da la bienvenida a su embarcación. Su mirada es seria, y no parece confiar mucho en nosotros. Detrás de ella hay unos cuantos más humanos con características animales, armados con lanzas primitivas y todos listos para atacar.
—Así que ustedes ser exploradores, ¿de dónde venir?—vuelve a traducir Panqueque.
Estoy fascinado con todo esto. ¿Acaso hay alguna posibilidad de que nuestra nueva maga sea parte de una raza nunca antes vista? Panqueque es un unicornio, y ellos son mitad animal…
—Diles que somos del reino de Asonas. Explica la situación, y a que hemos venido—le pido a Panqueque.
Ella hace su mejor esfuerzo por explicar lo que ocurre en el idioma que sea ese. Tengo tantas preguntas por hacer, comenzando por el hecho de conocer de donde salieron estas criaturas y que son exactamente.
—Eínai megáli istoría, vlépo. Tha prépei na milísoume polý gia na borésoume na sas empisteftoúme. Eímai o kapetán Rhea, kalós írthes.
—La capitana Rhea dar bienvenida a nosotros—indica Panqueque.
¿Quiénes son y podemos confiar en ellos? Solo el tiempo lo dirá.