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Chapter 14 - Apocronos : Sombras en Neo-Tokyo Capitulo 14: "Las dos caras de la moneda"

Mientras Aika dudaba en qué opción tomar, cada una de las jóvenes comenzaba a mostrarse cada vez más nerviosa, intentando dar pequeños argumentos para ser elegidas.

"Yo... yo necesito salir, Aika. Tengo a mi pequeño hermano que me espera, así que, por favor, libérame y juro que te devolveré el favor algún día", dijo Hana, mientras una pequeña gota de sudor empezaba a caer de su frente, deslizándose poco a poco hasta caer al suelo.

Por su parte, Riko quedó completamente perdida en sus pensamientos, solo imaginando el futuro que le deparaba, murmurando una sola palabra: "Mamá... papá... ¿por qué... por qué me hicieron esto?".

Al lado derecho de Riko, Nao cambió su actitud tímida por completo y comenzó lentamente a caer al filo de la desesperación, al punto de tratar de escapar apresuradamente, empujando a Riko en su intento de llegar hasta la puerta. Mizuki se quedó completamente inmóvil, sin decir una palabra, observando cómo Nao regresaba hacia la habitación con una cara totalmente pálida.

"Mi padre... ¿Qué le hiciste a mi padre?", gritó Nao eufórica. Rápidamente, se tiró al piso, sin mostrar ningún signo de emoción más que tristeza. Esta escena dejó claro que el Sindicato de las Sombras podía operar en cualquier segundo, conforme a cada acción que tomaran las personas reunidas en esa habitación.

Aika observó a Lin mientras recordaba que era la única con la que tuvo un agradable cruce de palabras. Luego, pensó en Kaito, quien le brindó toda su confianza para ser una pieza fundamental en la operación.

"Está bien, Mizuki, ya tomé mi decisión", dijo Aika, determinada a seguir adelante cueste lo que cueste. "Elijo la primera opción".

Mientras decía esas palabras, Aika tenía fe en que, al menos en estas circunstancias, podría salvar a alguien y devolverle esa ansiada libertad que les fue arrebatada.

"Está bien... Dime a quién eliges", dijo Mizuki, mirando directamente a Aika con una mirada seria.

"Lin... Elijo a Lin..." Lin, al oír esas palabras, miró fijamente a Aika mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Las demás jóvenes solo podían aceptar su inevitable destino, resignadas a lo que les aguardaba.

Luego de que Aika expresara su decisión final, Mizuki, con una sonrisa encantadora pero que escondía un aura perversa, señaló la puerta y dijo:

—Yamamoto Lin... Felicidades... puedes acompañarme hasta la puerta de salida.

Lin, llena de emoción, miró a Aika con lágrimas en los ojos.

—Yimura Aika... Muchas gracias... Te lo agradezco con todo mi corazón —dijo Lin mientras se acercaba a Aika y la envolvía en un cálido abrazo.

Aika, al recibir esa muestra de gratitud tan sincera, no pudo contener sus propias lágrimas. Sentía una mezcla de alivio y tristeza al saber que, al menos, una vida tendría la oportunidad de escapar.

Lin siguió a Mizuki hacia la puerta, acompañada por dos imponentes guardias de seguridad que no dijeron una sola palabra. Mizuki, caminando al frente, le habló con un tono serio y directo:

—Espero que aproveches esta oportunidad de la mejor manera posible... y recuerda... que todo esto fue gracias a esa joven

Dijo Mizuki con tono serio, refiriéndose a Aika como si fuera una pieza más en su juego, una pieza que Había movido y utilizado para alcanzar sus propios fines.

Mientras Lin caminaba hacia la salida, sus pensamientos estaban llenos de emoción y esperanza. Imaginaba el rostro de su familia al verla de nuevo, y cómo se alegrarían al saber que su sufrimiento finalmente llegaba a su fin. Cada paso que daba hacia la puerta la llenaba de una sensación que se desbordaba en su pecho, la sensación de libertad, de escape.

Al llegar a la puerta del club, uno de los guardias señaló un auto negro estacionado justo en frente.

—Súbete a ese auto —ordenó con voz grave, apuntando con su dedo.

Lin, intimidada por la corpulencia del guardia, asintió con la cabeza. Se acercó al vehículo con pasos cautelosos pero esperanzados. Al abrir la puerta, vio que otro guardia estaba sentado en el asiento trasero, su rostro cubierto por una expresión fría y calculadora.

Antes de que pudiera reaccionar, el hombre desenfundó una pistola y, sin dudarlo, disparó.

—¡Bang!

El primer impacto atravesó su pecho, y el segundo le robó la fuerza para mantenerse en pie. Lin cayó al suelo de forma pesada, desplomándose sobre el frío pavimento.

El eco de los disparos resonó en la noche, y la esperanza que había llenado su corazón se extinguió en cuestión de segundos. Allí, bajo la tenue luz de la calle, la figura de Lin quedó inmóvil, rodeada por un charco oscuro que se extendía lentamente.

Mizuki, desde la puerta del club, observó el desenlace con una expresión impasible.

—Qué desperdicio de emociones... —murmuró antes de regresar al interior del club, dejando que los guardias terminaran el trabajo.

Con una gran cantidad de sangre cubriendo su cuerpo y una mirada triste y vacía, Lin luchaba desesperadamente por respirar, consciente de que cada vez le era más difícil contener el aire. Mientras la vida se le escapaba, sus pensamientos la transportaron a un cálido recuerdo, uno que parecía tan real como su propia existencia.

—Mamá... Papá... Hermanos... Volví a casa. Sé que es muy difícil de creer, pero regresé —susurró Lin, mientras en su mente se recreaba la escena que tanto había anhelado vivir.

En ese instante, la figura de su madre apareció frente a ella, con los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa de alivio.

—¡Lin, mi preciosa Lin! Es imposible... Pero estoy tan feliz —dijo su madre, dejando caer su rostro entre sus manos mientras sollozaba de emoción.

—Papá... Estoy demasiado molesta contigo por venderme a esos hombres... Sufrí mucho. Pero eso ya quedó en el pasado —añadió Lin, con una expresión que irradiaba una felicidad que no sentía desde hace tiempo.

Su madre se acercó y la envolvió en un fuerte abrazo, temblando de emoción.

—Tu padre te usó de garantía para cubrir sus deudas... Todo a mis espaldas. Cuando me enteré, no dudé en salir a buscarte. Aunque nuestra situación económica es difícil, jamás dejaría que mi niña especial se aleje de mí —le dijo su madre, susurrándole suavemente al oído—: Todo está bien, hija... ya todo está bien.

De pronto, los tres hermanos menores de Lin irrumpieron en el reencuentro. Al verla, no pudieron contener la alegría y corrieron hacia ella para abrazarla con entusiasmo.

—¡Hermana! ¡Hermana! Ya regresaste de tus vacaciones —dijo el más pequeño, con una voz que irradiaba felicidad pura.

Lin los miró con ternura, pero pronto sintió cómo el frío comenzaba a apoderarse de su cuerpo.

—Mamá... Tengo frío —susurró Lin, con un tono débil y preocupante.

—No te preocupes, hija... Ya todo estará bien —respondió su madre con una voz suave y tranquilizadora, acariciando su cabello mientras la rodeaba con sus brazos.

Pero en ese momento, el cálido recuerdo comenzó a desvanecerse. Lin volvió a la cruda realidad, tirada sobre el frío pavimento, su cuerpo debilitado y sus fuerzas al límite.

Con las pocas energías que le quedaban, Lin cambió ligeramente su posición y alzó su mano derecha hacia el cielo. En su mente, intentaba visualizar la silueta de su madre, que poco a poco se desdibujaba entre las sombras de la noche.

—Mamá... tose... Hermanos... tose... Regresé a casa... —susurró con su último aliento, mientras una lágrima solitaria se deslizaba por su mejilla.

Su cuerpo finalmente se quedó inmóvil. El corazón de Lin dejó de latir, y su respiración cesó por completo. Allí, bajo el cielo oscuro y con su esperanza rota, Lin encontró el descanso eterno.

Mientras Mizuki se disponía a dirigirse al cuarto de interrogatorios, Aika, aunque aterrada por las consecuencias que le deparaba el futuro, no podía evitar sentir una pequeña chispa de alegría en su interior. Había salvado el destino de una de las jóvenes víctimas de este corrupto y siniestro sistema de leyes, un sistema que, en su mente, tenía los días contados.

—¡Moriré! —gritó Nao entre sollozos desesperados, agarrándose el cabello con ambas manos de manera brusca—. ¡Todo es tu culpa! ¡Todo es tu maldita culpa, Aika!

Por otro lado, Riko permanecía en un estado de shock, arrodillada en el suelo, completamente inmóvil. Su mente estaba atrapada en un bucle constante, reviviendo la angustiante prueba de las fotografías que había presenciado momentos antes.

—Yo... No quiero terminar así —susurró Hana con voz temblorosa, mientras su mirada seguía perdida en las imágenes que Mizuki le había mostrado.

—¡CHICAS! —gritó Aika, alterada y nerviosa ante el caos emocional que la rodeaba—. ¡CÁLMENSE!

Las demás jóvenes levantaron la mirada hacia ella, aunque sus emociones seguían al borde del colapso.

—Si queremos salir vivas, necesitamos tranquilizarnos y analizar la situación —continuó Aika, tratando de sonar firme, aunque su voz también denotaba su miedo—. Sé que todas hemos pasado por mucho, que nos aterra pensar en lo que nos va a pasar... Pero tenemos que trabajar juntas. Necesitamos idear un plan cuando lleguemos a la residencia. Si lo hacemos, verán que tendremos mayores posibilidades de escapar.

Nao levantó la cabeza, sus ojos llenos de resentimiento dirigidos hacia Aika.

—¿"Necesitamos"? Nadie pidió tu opinión —escupió con desprecio—. Y en lo que a mí respecta, la única culpable de que yo no esté libre... ¡ERES TÚ!

La joven señaló con un gesto hacia Riko, que seguía en estado de shock.

—Mira cómo está Riko... ¡Obsérvala! Está completamente rota por todo lo que pasó. Y tú vienes de repente, mostrando una actitud de líder como si nada hubiese pasado... Como si nuestros pensamientos y emociones no te importaran.

Aika intentó responder, pero Nao no le dio oportunidad.

—Yo nunca te seguiré, Yimura Aika. Y me aseguraré de buscar un camino por mi cuenta.

El ambiente en el cuarto quedó sumido en un silencio incómodo. Nadie dijo nada más, y la tensión entre las jóvenes era palpable.

De repente, unos pasos resonaron a lo lejos, rompiendo la quietud, seguidos de unas carcajadas que todas reconocieron al instante. Mizuki apareció nuevamente en la habitación, con una sonrisa perversa dibujada en su rostro. Observó a las jóvenes detenidamente, notando el cambio drástico en su comportamiento.

—Me sorprende que estén tan calladas, considerando que una de ustedes consiguió la libertad —dijo Mizuki con un tono burlón, cruzándose de brazos—. En fin, ahora lo que harán es ponerse en fila y seguirme de vuelta al vestíbulo.

Hizo una pausa y añadió:

—La prueba ha finalizado.

Las jóvenes, aunque aterradas, no tuvieron más opción que obedecer. Se colocaron en fila lentamente, mientras Mizuki las miraba con un deleite perturbador, guiándolas hacia el siguiente paso de su destino incierto.

En completo silencio, el grupo de jóvenes llegó al lugar donde todo había comenzado: el vestíbulo. Allí, una figura conocida las esperaba.

—Takeshi... —dijo Mizuki con un tono despreocupado, antes de volverse hacia él—. Ya pudieron superar la prueba. La verdad, me sorprendió que ninguna haya perdido la cordura.

Una risa burlona escapó de sus labios mientras Takeshi las observaba con interés.

—Ya superaron el chequeo de rutina y la prueba —continuó Mizuki, esbozando una sonrisa satisfecha—. La matriarca me dio un pago generoso por ustedes. De verdad, me hicieron muy feliz. Por eso, les concederé un regalo de mi parte.

Hizo una pausa, disfrutando el momento, y añadió:

—Solo por hoy, el Club Edén les dará alojamiento por el resto de la noche. En cuanto amanezca, varios hombres vendrán y las escoltarán hasta un auto que las llevará a la residencia de la matriarca. Yo que ustedes, aprovecharía para descansar lo más que puedan.

Takeshi, quien permanecía de pie cerca, esbozó una pequeña sonrisa mientras miraba a Aika a la distancia.

—Que comience el juego —dijo en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que Aika lo escuchara.

Con esas palabras, cada una de las jóvenes fue escoltada hacia las habitaciones del club. Mientras Aika estaba a punto de entrar a la habitación que le habían designado, un hombre de seguridad se acercó a ella.

—Tú, niña... El señor Takeshi quiere verte —dijo con tono autoritario.

Sin decir una palabra, Aika lo siguió, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. La condujeron directamente hacia la oficina de Takeshi. Al entrar, él estaba detrás de su escritorio, sosteniendo una copa de whisky, con una expresión despreocupada.

—Lo has hecho bien, niña —dijo Takeshi, sirviéndose un poco más de su bebida favorita—. La verdad, me impresionó mucho tu actuación cuando estuviste frente a Reina Arashi.

Hizo una pausa, levantó la copa y añadió:

—Toma, Aika... Te lo has ganado.

—No, gracias... No lo quiero... No me siento con ánimos de beber —respondió Aika, tratando de mantenerse firme, aunque su tono delataba su nerviosismo.

El rostro de Takeshi cambió de inmediato. Golpeó el escritorio con fuerza, haciendo temblar los objetos sobre él, y lanzó la botella de whisky contra uno de los cuadros de la oficina, destrozándolo en mil pedazos.

—¿Te crees que estás en condiciones de despreciar mi amabilidad, pequeña perra? —dijo con un tono cargado de furia—. Si yo digo que tomes el maldito whisky con una sonrisa... ¡TOMARÁS EL MALDITO WHISKY CON UNA SONRISA! ¿Me oíste?

Aika tragó saliva, aterrada por el repentino cambio de actitud de Takeshi.

—Está bien... Si tú lo dices —respondió en un tono sumiso, intentando evitar empeorar la situación.

—Bien. Ahora que aceptaste mi hospitalidad, escucha con atención lo que vas a hacer.

Takeshi se acercó lentamente a ella, sosteniendo la copa en su mano, y prosiguió:

—Irás a ese nido de ratas donde está tu querido noviecito, Kaito, y le dirás que hubo un ligero cambio de planes. Mañana, a primera hora, te irás a la mansión de Kurogane.

Hizo una pausa, disfrutando el efecto de sus palabras, antes de concluir:

—Tu misión será buscar cualquier pista que pueda ayudar a Kaito a colarse en la mansión. ¿Entendido?

Aika asintió con la cabeza, sintiendo cómo el peso de las palabras de Takeshi la aplastaba. Sin decir nada más, abandonó la oficina y se dirigió hacia la posada donde se encontraría con Kaito.

Aunque este era solo el comienzo de su misión, Aika no podía ignorar la sensación de que algo muy grande estaba por suceder. ¿Sería posible que el destino de Takahara pudiera cambiar de la noche a la mañana?