Bai Zhi se estremeció por el fuerte agarre de Fu Shiyan.
Sus ojos se enrojecieron y llenaron de indignación —Shiyan, duele...
La garganta de Fu Shiyan se movió ligeramente. Al soltarle la mano, giró su cuerpo a un lado —Me ocuparé yo mismo de esto.
Bai Zhi tocó su dolorida muñeca que Fu Shiyan había apretado. Su acción hizo que sus ojos se enrojecieran aún más.
No era solo dolor, sino también ira.
Ella podía sentir abiertamente la distancia que Fu Shiyan había puesto entre ellos.
No.
No permitiría que Fu Shiyan se alejara más de ella.
Disimuladamente se compuso, adoptando una expresión de fragilidad y autoreproche —Shiyan, ¿todavía estás enojado por la noche... cuando le hice daño a Shen Feiwan?
Fu Shiyan hizo una pausa mientras limpiaba la mancha de café en su cuerpo.
Su silencio lo dijo todo.
—Esa noche... fue mi culpa —Bai Zhi admitió su error sin rodeos.
Mientras hablaba, las lágrimas caían por su rostro como perlas.